No. Nada de todo eso le dirá el espejo, porque Adela no se mirará en él. Como tantas veces a lo largo de su vida, ella se prohíbe pensar. Las ideas a las que se le impide tomar forma no existen, o al menos no duelen. Y sin embargo, todo es un engaño. Se mire o no el espejo, piense o no piense, Adela sabe que algo tendrá que hacer para que Néstor no acabe con su recien estrenada felicidad.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Adela y el espejo
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